La fórmula de la felicidad




Identificar y racionalizar la biología de las emociones es una aspiración lejana que la neurociencia lentamente y con dificultad va esclareciendo formando un aproximado vademécum donde intentan obtener algunas respuestas como por ejemplo que el amor se limita a una serie de reacciones químicas o que la tranquilidad de conciencia depende de un adecuado proceso digestivo.

Ahora un anónimo científico (cuya modestia sólo es  comparable a su excelso conocimiento)  ha puesto  su sabiduría a disposición de la comunidad publicando sobre la superficie de una tapia la fórmula que conduce hacia la dicha suprema, sintetizándola en una frase sublime que es toda una metáfora o epílogo  maravilloso: sé feliz.

Desconocía tanta belleza en las teorías de un biólogo. Por el silogismo y la sentenciosidad que emana de la fórmula debe de ser más bien un filósofo. O lo que es más probable, simple y llanamente, en toda la extensión del término, un poeta.

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