El regio abolengo de Sevilla



La Giralda es una espingarda que enseñorea la ciudad rodeada de dulces naranjos acuartelados en el patio. Centinela insomne, la ascensión a su cumbre se hace mística atalaya de vanidades, sueño delirante de un reino taifa.

 La catedral de Sevilla es un enigma que recorro lenta y morosamente deteniéndome en las capillas, recreándome en las cubiertas y en las pinturas que como un gran manto armonizan la sugestión futurista de las vidrieras que la altura avasalla.

Misterioso laberinto de estancias en simetría confusa, adentrarse en las entrañas de la catedral supone abismarse en una extraña jerarquía espacial resuelta en la sala capitular suscitando conciliábulos del poder.




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