El aroma de la montaña

El pintor Carlos de Haes (1828-1898) sintoniza exactamente gracias a la escenografía colosal propia del romanticismo con la sugestión telúrica que se apodera del viajero en las estribaciones de la cordillera, al adentrarse en Asturias siguiendo el cauce del río Bernesga, el alma encogida suspensa del misterio fabuloso de la creación de aquellos titanes, épica de la palpitación cósmica envuelta en bruma legendaria.

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