Velada artística en el estudio de Gustavo Vega




Tarde en el Tibidabo tomando un café en las alturas. Ambiente verbenero aunque un tanto burgués por la monumentalidad (algo hueca) del entorno, por el que pululan sacerdotes condescendientes con las maneras desenvueltas del gran público, la gran mayoría no católico.

Gustavo Vega me recibe a última hora de la tarde en su estudio de la plaza del Bonsucés junto a Eduardo Barbero, quien me regala una fotografía original de su propia mano, con la que me desea siempre suerte en la vida. Gustavo nos agasaja con queso, cecina y vino leonés.



Hemos hablado de proyectos diversos (entre ellos Galvanoplastia como consejero de la revista que es) en tertulia pausada y bonancible por la que hemos desgranado una briosa conversación sobre lo divino y lo humano. Una velada magnífica que hemos prolongado hasta la madrugada, despedidiéndonos en Las Ramblas entre los manguerazos del servicio municipal de limpieza .

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