Ataviado con sombrero, cazadora vaquera y bastón podría haber parecido un viejo cantante country americano o también un venerable patriarca gitano, aunque súbito percibí que se trataba de un ganadero o similar por ese aire, esa mirada tan peculiar del gremio y así me lo confirmó él sorprendido (la gente de Zafra lo sabemos bien).
Arropado en su aire bucólico como, a su decir, le caí bien, me estuvo recitando algunas coplas de su cosecha, de buena artesanía, que no he podido transcribir. Le he dejado hablar y hablar ante un vasito de vino peleón, vivaracho y lenguaraz, señalando modales desenvueltos y chocarrero, tanto, que estoy seguro que, de haber seguir allí con él (alegué motivos de trabajo como excusa), habría arramblado con toda la bodega y la despensa del bar y, seguramente, habría agotado mi paciencia.
Arropado en su aire bucólico como, a su decir, le caí bien, me estuvo recitando algunas coplas de su cosecha, de buena artesanía, que no he podido transcribir. Le he dejado hablar y hablar ante un vasito de vino peleón, vivaracho y lenguaraz, señalando modales desenvueltos y chocarrero, tanto, que estoy seguro que, de haber seguir allí con él (alegué motivos de trabajo como excusa), habría arramblado con toda la bodega y la despensa del bar y, seguramente, habría agotado mi paciencia.
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